Creemos en un solo Dios, Creador de todas las cosas, santo, infinitamente perfecto y eternamente existente en una unidad amorosa de tres Personas igualmente divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Con conocimiento ilimitado y poder soberano, Dios ha dispuesto con gracia, desde la eternidad, redimir a un pueblo para Sí mismo y hacer nuevas todas las cosas para Su propia gloria.
Fundamento Bíblico
Creemos que Dios ha hablado en las Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, a través de las palabras de autores humanos. Como la Palabra de Dios verbalmente inspirada, la Biblia es infalible en sus escritos originales, la revelación completa de Su voluntad para la salvación y la autoridad suprema por la cual debe ser juzgada toda esfera del conocimiento y esfuerzo humano. Por lo tanto, debe ser creída en todo lo que enseña, obedecida en todo lo que requiere y confiada en todo lo que promete.
La condición humana
Creemos que Dios creó a Adán y Eva a Su imagen, pero pecaron cuando fueron tentados por Satanás. En unión con Adán, los seres humanos son pecadores por naturaleza y por elección, alienados de Dios y bajo Su ira.
Solo a través de la obra salvadora de Dios en Jesucristo podemos ser rescatados, reconciliados y renovados.
Jesús en el Centro
Creemos que Jesucristo es Dios encarnado, completamente Dios y completamente hombre, una sola Persona en dos naturalezas. Jesús, el Mesías prometido de Israel, fue concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María. Vivió una vida sin pecado, fue crucificado bajo Poncio Pilato, resucitó corporalmente de entre los muertos, ascendió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado.
Creemos que Jesucristo, como nuestro representante y sustituto, derramó Su sangre en la cruz como el sacrificio perfecto y completamente suficiente por nuestros pecados.
Su muerte expiatoria y resurrección victoriosa constituyen el único fundamento para la salvación.
Creemos que el Espíritu Santo, en todo lo que hace, glorifica al Señor Jesucristo. Convierte al mundo de su culpa.
Regenera a los pecadores, y en Él son bautizados en unión con Cristo y adoptados como herederos en la familia de Dios.
Él también habita, ilumina, guía, capacita y empodera a los creyentes para vivir y servir como Cristo.
Creemos que la verdadera iglesia comprende a todos los que han sido justificados por la gracia de Dios a través de la fe únicamente en Cristo.
Están unidos por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo, del cual Él es la Cabeza. La verdadera iglesia se manifiesta en iglesias locales, cuya membresía debe estar compuesta únicamente por creyentes.
El Señor Jesús mandó dos ordenanzas, el bautismo y la Cena del Señor, que expresan visible y tangiblemente el evangelio.
Aunque no son los medios de salvación, cuando son celebradas por la iglesia en fe genuina, estas ordenanzas confirman y nutren al creyente.
Vida Cristiana
Creemos que la gracia justificada de Dios no debe separarse de Su poder y propósito santificadores. Dios nos manda a amarlo suprema y sacrificialmente, y a vivir nuestra fe con cuidado por los demás, compasión hacia los pobres y justicia para los oprimidos.
Con la Palabra de Dios, el poder del Espíritu y la oración ferviente en el nombre de Cristo, debemos combatir las fuerzas espirituales del mal. En obediencia al mandato de Cristo, debemos hacer discípulos entre todas las personas, siempre dando testimonio del evangelio en palabras y hechos.
El regreso de Cristo
Creemos en el regreso personal, corporal y glorioso de nuestro Señor Jesucristo. La venida de Cristo, en un tiempo conocido solo por Dios, exige una expectativa constante y, como nuestra bendita esperanza, motiva al creyente a vivir piadosamente, servir de manera sacrificial y a tener una misión enérgica.
Respuesta y Destino Eterno
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